<< Cuando yo era estudiante en Lima, un soleado mediodía de verano, un amigo de la niñez, al que yo no veía hacía mucho tiempo, le dejó un encargo para mí al vigilante de mi calle: una jaula con un peruanísimo loro verde de cabeza roja, de esos «que hablan»… .>>
Texto completo publicado (julio 2015) en:
OTROLUNES – Revista Hispanoamericana de Cultura, año 9, nr. 37